Santa Isabel 19
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TeatroKarpas

¡Finalmente! ¡Felizmente! ¡No fácilmente!

Nunca es fácil un estreno. Muchas horas invertidas, muchas ilusiones, sueños, expectativas ¡Mucho esfuerzo!… Pero cuando empieza a sonar en la oscuridad de la Sala la voz de Javier Franquelo, a oírse las notas del piano de Lorca, a punto ya de encenderse la batería, de producirse el milagro, algo se instala en el pecho de cada espectador –yo lo percibía, lo percibo cada vez- y los corazones, alerta, se disponen a dejarse sorprender, atropellar por las emociones y sentimientos, teatralmente engañosos, que desde el autor al último artista que interviene en el proceso creativo han fabricado para ellos.

Cuesta trabajo llamar Teatro a cualquier invento que prescinda de este ritual, tal vez porque el Teatro es precisamente un rito en el que participan en elegida y perfecta complicidad público y artistas.

He vivido muchos desde aquellos primeros a los que asistía desde mi butaca de claque. Auténtico milagro que se repite, cada vez, idéntico en su diversidad… ¿O debo decir, se repetía?
Yo intento repetirlos en mi Sala, como entonces, emocionantes, vivos, inquietantes… Como veis, siempre intentando restituir lo que considero viejos valores perdidos… Pero es que entonces el patio de butacas -que bullía de comentarios amortiguados por la expectación- tenía  el terrible poder  de encumbrar o hacer fracasar la representación. En él, además de un publico entendido y exigente con derecho al pateo, se hallaban los gurús de la prensa especializada; los terribles críticos, auténticos artífices del éxito… o el fracaso que siempre temes.
Llegado este punto no puedo evitar el recuerdo de la angustia vivida en uno de mis primeros estrenos comerciales como autor ¡Qué pena que hoy muchos no pasen por la misma alucinante experiencia! Se trataba de “Volver a plantar celindas”, con un reparto excepcional, Asunción Sancho, Teófilo Calle y Olga Peiró, en el Reina Victoria de Madrid. Si por curiosidad quieres leer la crítica de Lorenzo López Sancho te dejo para que busques en Google: ABC (Mdrid) 19/04/1993 p.99 ABC es Hemeroteca.
Hoy acabo de estrenar “Bodas” y, dejando atrás la pequeña fiesta organizada en el vestíbulo, corro a la guardilla de San Enrique a contarle a Juana… a contaros a vosotros… Son las doce… queda una larga noche…
-¿A que no sabes quién ha estado a punto de subir conmigo, Juana?
-¿Aquí?
-Si, claro; a verte.
-¡Pues menuda visión! Por suerte nunca se te ha ocurrido subir a nadie.
-Matilde Vilariño.
Me habría encantado inmortalizar con el móvil la imagen viva de la sorpresa y la ilusión dibujadas en el rostro ajado, que parece haberlo vivido todo, y que sin embargo se muestra tan propenso al asombro y la fascinación. Toda la ilusión de la carita de un niño dibujada en los pliegues de la piel ajada de la vieja Juana. Los labios entreabiertos en un “¡Oh!” que no se atreve a nacer; los ojos brillantes y acuosos en una mirada lejana; el viaje de ida y vuelta de una sonrisa tan tímida como atrevida…
-¿Matilde Vilariño? –Pregunta incrédula-
Matilde ha estado hoy en el estreno de Bodas de Sangre.
Pequeña, tierna como un niño, frágil coma un suspiro, delicada como el beso que se deposita en una flor; grande como un monte, profunda como una sima; dueña de  la más exquisita sensibilidad, de la pasión más honda, de la sabiduría de una vida fecunda dedicada a la creación y al arte de interpretar. Puedes perderte en la suntuosidad absoluta de esa melancolía suya, fértil, en la que el recuerdo, lejos de aplacar anhelos, preña nuevos afanes y empuja hacia delante al que vuelve a escuchar esa voz… esa voz, siempre infantil –infantil a la par que gigante-  que hizo soñar a tantas generaciones.
-Estará muy mayor.
-Si; muy mayor. Pero es la misma de siempre. “Eso quisiera yo” me contestó ella. “Los monumentos no envejecen” le respondí.
-¿Y no se ofendió?
-Tienes razón. Pudo haberlo hecho. Llamar monumento a una mujer no joven y lozana…casi suena a insulto. En lugar de eso nos regaló a todos una risa tímida que sonaba a rumor de río que nace, raíz de viento.
Poca gente sabe hoy quien es Matilde Vilariño ¡Qué débil, qué ingrata… y qué torpe, sobre todo, la memoria colectiva!
Su voz acompañó a muchas generaciones, incentivando la imaginación y creando ilusiones en muchas vidas grises capaces de reír con ella, llorar, emocionarse… La radio puso color en las sombrías vidas de la España franquista.
Me enteré de la muerte reciente de Matilde Conesa –me comenta Juana, emocionada- Volví  a vivir todo aquello. Radio Madrid, su cuadro de actores; Matilde Conesa, Pedro Pablo Ayuso, la Vilariño, “Matilde, Perico  Periquin” ¡Y tantas cosas! “La esfinge y el caminante” con Alicia Altabella y José de Juanes; “Aquellos tiempos del cuplé” con Carmen Martinez y Antonio Alfonso Vidal…
-Y Lilian De Celis, cantando cuplés. En aquel tiempo te pasabas la vida con la radio encendida en el quiosco.
-Como la mitad de las mujeres de España en sus casas.
-Atendías a la clientela y no te perdías nada de lo que le sucedía a Juana Ginzo en “Ama Rosa”.
Me llevaste a conocerlos a todos al Teatro de La Comedia ¡Cuantas veces lo recuerdo en esta soledad! Ponían “Estampas y Sainetes”.
Los recuerdos se agolpan, acarician y pinchan a las vez, y es muy difícil poner orden. Recordar es un ejercicio sadomasoquista que no me gustaría dejar de practicar jamás.
Todo mi Bachiller me lo pasé estudiando mientras escuchaba Radio Madrid. Ya amaba, quizá sin saberlo, el Teatro. Ya entonces, sentaba a mi hermano pequeño frente a una puerta cerrada, luego la abría de golpe, imaginándome un telón que ni sabía lo que era porque jamás había visto uno, y le recitaba aquello de… “Viento en popa a toda vela no cruza el mal sino vuela un velero bergantín”…
Aquél día en La Comedia, venciendo mi natural timidez, conocí a  José Franco en los camerinos ¡El mítico Don José, popular maestro de aprendices y amantes del Teatro! Cuando me invitó a ir a su legendario domicilio de la calle de La Bola… ¡Me sentí tan importante como amedrentado!…
¿Pero tú no venías hoy a contarme el estreno de “Bodas de Sangre”? –Interrumpe Juana con cierta impaciencia mis pensamientos
Tienes razón. Y te traigo un montón de fotos; de la representación, de los ensayos, del público en el vestíbulo… Pero no podía dejar de hablarte de Matilde. Ella estrenó “La Zapatera Prodigiosa”. Hacía El Niño junto a Margarita Xirgu, que fue su maestra.
-Hoy no quedará nadie de aquellos tiempos.
-Seguramente será la única actriz viva que haya conocido a Lorca y que haya estrenado una de sus obras.
-La gente debería saberlo; sobre todo la gente que ama el Teatro como nosotros. ¿Tu no podrías hacer algo?
¡Debería! No voy a preguntarme el qué, porque lo he pensado muchas veces.
Tengo una Sala que dirijo y me parece que no estoy aprovechando un privilegio que quizá no merezca. Hay muchas cosas que desde ella podría hacer por el Teatro  que amo y sentirme, de esa manera, menos en deuda con él por todo lo que a lo largo de mi vida me ha dado ¡Hay tantas cosas olvidadas, tantas ignoradas por los más jóvenes! Tal vez… comience ahora…
-¿En qué piensas?
-En que lo que toca en este momento es contarte como ha ido el estreno… mientras miras las fotos.
– Dame…
-Ya has visto algunas de los ensayos. Mira ahora estas… Son los personajes….

-No puedo decirte que estoy satisfecho del todo, porque eso equivaldría a que ya lo tengo todo hecho y la verdad es que siento, a pesar de mi edad, que me queda todo por hacer.

Ha sido emocionante, como todos los estrenos. Como en todos los estrenos ha habido nervios; son inevitables, a pesar de la experiencia… y necesarios para mantener el estado de alerta preciso para que la emoción cale y llegue a los centros… ¡Llegar a los centros!… lenguaje muy lorquiano. LLega a los centros el dolor de la madre que pierde a sus hijos, y llega la amargura de la esposa no amada y la pasión de los amantes frustrados… ¡Llega a los centros Lorca, sin lugar a dudas!


-He buscado que la puesta en escena contribuyera a esa catarsis colectiva en el segundo acto, cuando Lorca, sin alejarse del elemento tierra donde la tragedia se consuma, busca en el aire y el agua los elementos oníricos que la acompañan y que la elevan y universalizan…Las imágenes, la luz y el sonido, irrumpen en el claroscuro dramático inundándolo todo de poesía.Y la muerte, dura, cruel implacable, termina como dormida sobre una colcha de espinas de rosa… No hay fotos de esas escenas. Prometo traerte el vídeo en cuanto esté editado.
-No es lo mismo –responde Juana– Casi puedo verlo mejor a través de tus palabras.
-Puede que les interese a nuestros amigos invisibles.
-¡Esos contertulios mudos! Ellos pueden acudir a verlo en directo si quieren. Verás…

Conozco a Juana desde hace casi cincuenta años. Esta pausa con los ojos semientornados, brillantes, con esa lucecita inteligente al fondo, con los labios distendidos en un conato de sonrisa… y… Sí; siempre levanta ligeramente una mano, con el indice extendido en una llamada suave de atención… Siempre que se dispone a decir algo que sin querer darle importancia sabe que la tiene.

Creo que les será más interesante saber algo de esos proyectos tuyos que, intencionadanente, dejaste caer antes. ¿Crees que no se me ha quedado el runrún en la cabeza?
-Tienes toda la razón. Por ahora solo es eso; proyectos. Prometo contártelo el próximo día.
-Sin falta ¡El tiempo pasa muy rápido!
-No lo parece cuando nos ponemos a hablar del pasado.
-Pero sí cuando pensamos en mañana. Ahora vete; es ya muy tarde.
Efectivamente nos henos entretenido mucho. Siempre me cuesta despedirme de Juana… y de vosotros.
Puede que tarde en pasar un taxi por Atocha.

KARPAS TEATRO – SALA DE CAMARA
Por los valores tradicionales  de la escena

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